Sanando a la Niña Interior: El Encuentro de Lilith con el Ser de Piedra

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En este poético relato, Lilith se encuentra con un antiguo ser de piedra que le revela la raíz de sus proyecciones. Un viaje en trance hacia los tesoros de la memoria de la niña interior y su sanación.


Lilith y su compañero del alma Filou

„Qué bendición estar aquí: poder vivir contigo a mi lado“, pensó Lilith, mientras volvía a mirar profundamente a los ojos de Filou, su compañera del alma vestida de piel. Estaban sentadas en una roca en la costa de Eldoria, absortas en la magnífica vista de la infinita extensión del salvaje Pacífico.
Las experiencias de las últimas semanas pasaron ante ella como un libro animado:
El salón de los espejos de su yo, el gabinete de sombras que revelaba sus facetas más oscuras a la luz del autoconocimiento.
Una catarsis, dolorosa y sagrada a la vez. Su cuerpo, aún pesado por la retraumatización, sus músculos se tensaban como cuerdas de acero, doliendo con cada movimiento. El cansancio, pesado como el plomo, la abrumaba.
Filou permanecía a su lado como un guardián silencioso, su cálido pelaje como un manto de consuelo y protección.


Sabios Seres de Piedra
Los seres de piedra descansaban plegados y apilados en la playa, en eterna unión con las mareas. El aliento del mar —el ir y venir de las olas— tocaba a Lilith con ternura, como una canción lejana. Escuchó y sintió cómo la melodía del océano la transportaba suavemente a otra línea temporal de su ser.

Sin esfuerzo, cayó en un ligero trance.
En la pantalla interior, aparecieron sus amables ojos de Filou, y al mismo tiempo los de Ava, su antigua compañera. Ambos seres peludos eran portales a su alma.
Formaciones de pensamiento, cargadas de recuerdos de agresión e impotencia, saltaron impetuosamente por su conciencia como monos salvajes, acosándola, intentando arrebatársela. Esta vez, sin embargo, respiro profundamente, sintió la antigua roca bajo ella y escuchó una vez más el rítmico latido del mar.

Esperó, respiró y se detuvo pacientemente.
Entonces, el sabio ser de piedra alzó la voz. Un profundo estruendo, oxidado y antiguo:
„¿Qué parte de ti se esconde tras las proyecciones?“

La niña interior herida

Los ojos de Lilith se llenaron de lágrimas al revelarse la raíz de sus proyecciones: se vio a sí misma con cuatro años, en una fotografía, con un perro negro a su lado.

Su primera infancia transcurrió en la niebla; enterrada por el bien de la supervivencia. De esta herida profunda, casi fatal, emergió una fuente de tremendo poder de proyección.

El ser de piedra inclinó la cabeza, lenta y deliberadamente.

Y Lilith fue catapultada al cuerpo de su pequeño yo, clamando afecto. Sintió el pánico: indefensa y expuesta a la violencia. El dolor de no ser vista. Y el miedo arremolinado de la pobreza.

Un terremoto interior la sacudió, vibrando en cada célula.
De repente, se dio cuenta de que tenía que establecer una conexión sentida con su niña interior todos los días durante al menos un mes si quería sobrescribir los traumas de su cerebro.
¡Esa era la clave!


Había regresado a ese lugar muchas veces en rituales y viajes de trance. Y, sin embargo, era como si solo estuviera poniendo una curita en la antigua herida. La creencia de que algo podría sanar o resolverse definitivamente le había parecido una gran ilusión.
Entonces la voz del ser de piedra volvió a hablar:
„Todo tiene su tiempo en la cuerda de la vida. Cada detalle del alma es significativo, y lo que llaman karma son unidades de aprendizaje educativo para el alma. La paciencia y la perseverancia son cualidades importantes del elemento tierra. Mírame: realmente tarda mucho tiempo en que una roca se convierta en arena con las mareas“.
Lilith sonrió ante esta comparación.

Filou – Ancla del Alma
En ese momento, regresó a su cuerpo, sintió el suelo rocoso y duro y la nariz húmeda de Filou en su mano. La miró con bondad en sus ojos color miel.
En los días siguientes, se llevaron a cabo explosiones en una cantera. El rugido hizo temblar a Filou como una hoja, y quiso arrastrarse hasta el rincón más alejado de la habitación. Lilith estaba pintando y dudó al verlo entrar en pánico. Esta breve pausa le dejó claro que siempre se trataba de elegir a su niño interior herido, algo que Filou le estaba recordando. No había nada más significativo que ofrecerle apoyo y consuelo, porque ella también detestaba los sonidos que evocaban asociaciones con la guerra. Se tumbaron juntos en el sofá, acurrucados bajo una manta, y Lilith tarareó una melodía para distraerlo.
Unos días después, escuchó a la diosa de su corazón susurrar: «Practica la compasión por quienes desencadenan proyecciones y siempre escucha tu interior cuando estés demasiado ocupado haciendo algo».

En agradecimiento por la guía interior, Lilith se inclinó ante la diosa de su corazón y ante el ancla de su alma, Filou, su fiel compañero peludo.

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